domingo, 17 de enero de 2016

El #20D los españoles clamaron CAMBIO

Hay quien dice que los votantes se equivocan. Suelen decirlo aquellos que no ven cumplidas sus expectativas a la hora de contar y cuantificar la opinión expresada libre y democráticamente por los ciudadanos. Yo no soy de los que piensan eso. Yo pienso que los votantes ni se equivocan ni se dejan de equivocar, simplemente votan lo que quieren.

Yo mantengo que el presidente del Gobierno hubiera tenido un arranque de brillantez si hubiera llamado a los españoles a votar el día 27 de septiembre, el mismo día que votaban los catalanes a sus representantes en el Parlamento catalán. Desde mi punto de vista, el voto conjunto a tres urnas (Parlamento, Congreso y Senado) el mismo día, hubiera desactivado el proceso a ninguna parte del Mesías Artur Mas y además, hubiera cogido en un momento de debilidad al partido Podemos (como se demostró el 27S). Pero ese arranque de brillantez no lo olió el gurú Arriola y no lo tuvo el presidente del gobierno. Y no sólo no llamó a los españoles cuando tocaba (en noviembre), sino que retrasó la legislatura todo lo que pudo para hacerla coincidir con el ambiente festivo creyendo que con ello y el espíritu navideño podría esquivar una debacle electoral.

En 2011, el PP ganó el máximo poder que nunca antes había tenido ningún partido en nuestro país: mayoría absolutísima en las Cortes, en el Senado, en la mayoría de las CCAA, la mayoría de las diputaciones provinciales y la mayoría de las grandes ciudades de España. En concreto, para las Generales, el PP obtuvo casi 11 millones de votos, casi el 45% del voto ciudadano y 186 escaños. Con tanto poder, un partido puede cumplir sus promesas y satisfacer a sus votantes o puede hacer justo lo contrario que es por lo que optó el gobierno de Rajoy.

En las elecciones al Parlamento europeo (mayo de 2014), los ciudadanos le dieron un primer aviso al Partido Popular, dejándole con un pírrico 26% del voto. La respuesta de Rajoy fue que habían ganado las elecciones.

Y 4 años después, los votantes deciden soberanamente. En mayo, decidieron quitarle el poder en la mayoría de las ciudades importantes (Madrid, Valencia, Sevilla, Alicante, Palma de Mallorca, Las Palmas, Valladolid, Córdoba, Cádiz, La Coruña, Santiago de Compostela…), la mayoría de las diputaciones (Pontevedra, por primera vez en la historia, Toledo, Valencia, Málaga…) y la mayoría de las CCAA: Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha,  Comunidad Valenciana, Extremadura y Navarra. Este auténtico tsunami político hizo que Rajoy despojara de todas sus funciones a la secretaria general del PP (sólo le dejó el despacho y el sueldo… como a Bárcenas en 2009), empezara a patearse la calle (sí, 3 años y medio después) y hacer apariciones por todos los medios de comunicación habidos y por haber.

Pero ese lavado de cara sólo ha maquillado en algo las expectativas que tenía. Y el 20 de diciembre los españoles votamos cambio mayoritariamente. De los 25,350.447 votos (a falta de conocerse el escrutinio definitivo que sumará los votos de los españoles que residen fuera de España), al Partido Popular, sólo le votaron 7,215.752, o lo que es lo mismo un 28%. Más de 18 millones de españoles votaron diferente al PP, expresaron su deseo de que Mariano Rajoy dejara de ser el presidente del gobierno y levantaron con su voto de una tacada a 65 personas del grupo parlamentario popular.




Este derrumbe, este desmoronamiento, sólo tiene un precedente en nuestra corta historia democrática: la que sufrió la UCD. La UCD que había pilotado la transición española desde 1977, pasó de tener 168 diputados en 1979 a sólo 11 diputados en 1982. Esas elecciones las ganó el PSOE de Felipe González con el lema “Por el cambio”. 



En 2011, el PP también invocó al cambio con su lema “Súmate al cambio” y se produjo un castigo muy profundo al PSOE que había gobernado los primeros 4 años de la crisis económica.


El 20 de diciembre, todos los partidos excepto el PP, han apelado a un cambio: de la Constitución, de la forma de hacer política, hacia la regeneración democrática, para devolver el poder al pueblo, llamándolo sensato o el que une.

 

El conjunto de partidos y fuerzas del CAMBIO han ganado las elecciones. Si bien es cierto que al ser fuerzas de distinta ideología y con distintos objetivos se hace muy difícil que pueda originarse un pacto o acuerdo de estas fuerzas del cambio para aglutinar un gobierno con políticas comunes. 


Volviendo al principio, los votantes han pedido cambio. Y quien diga que se han equivocado, que piense que la mayor parte del electorado fue la misma que dio la contundente victoria al PP hace 4 años y por lo que se ve, se arrepienten de ello. 

@ajcalzado

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