Hasta hace un par de años se hablaba
de la lista más votada únicamente en las noches electorales para premiar y
distinguir cuál había sido el partido “ganador” de las elecciones, la primera
fuerza política. Cuando este partido político obtenía la mayoría absoluta, el
gobierno que correspondiera se daba por hecho, como olvidando la división de
poderes de Montesquieu y dándolo como proceso automático. Si ese partido no
tenía la mayoría absoluta, se abría el abanico de posibilidades de pactos y
acuerdos posteriores para conformar gobierno.
En las municipales de 1979, la UCD
era el partido más votado a nivel nacional con más de 5 millones de votos, un
30% de los votos y casi 30.000 concejales. El PSOE quedó cerca con más de 4,6
millones de votos (28%) pero muchos menos concejales (pocos más
de 12.000) debido a que la UCD se había impuesto claramente en las poblaciones
rurales mayoría en nuestro país. El tercer partido, el recién legalizado PCE,
conseguía 2,1 millones de votos, el 13% y casi 4.000 concejales. A pesar de que
la UCD se impuso en la mayoría de las ciudades españolas, un pacto global entre
PSOE y PCE posibilitó que se formaran gobiernos de izquierdas en los grandes
ayuntamientos incluidos Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y
Málaga, obteniendo el PSOE 23 de las 50 capitales de provincia españolas. De
esta manera accedía a la alcaldía el que pasa por ser el mejor alcalde de la
villa de Madrid: Enrique Tierno Galván.
En las municipales de 1991, el PSOE
ganaba claramente las elecciones con más de 7 millones de votos, casi el 40% y
más de 25.000 concejales, por delante del PP que obtenía menos de 5 millones de
votos (25%) y 19.000 concejales. En la ciudad de Valencia era primera lista el
PSOE con 140.000 votos, el 37% y 13 concejales, muy por delante del PP (95 mil
votos, 25% y 9 concejales). Sin embargo, el PP pactó con la tercera fuerza, la
regionalista Unió Valenciana y así llegó a ser alcaldesa de la ciudad Rita
Barberá (lo que ahora en casa PP llaman "pacto de perdedores").
En elecciones Autonómicas también se
han dado todo tipo de pactos y de todos los colores, para alejar a la primera
fuerza del poder.
- En 2003, el pacto entre PSC, ICV y
ERC hicieron president de la Generalitat a Pasqual Maragall, a pesar de que el
ganador de las elecciones había sido un tal Artur Mas de CiU.
- Ese mismo año en Cantabria se hacía
presidente a la tercera fuerza: Miguel Ángel Revilla, del Partido Regionalista
con el apoyo del PSOE.
- En 2005, Emilio Pérez Touriño desplazó a
Manuel Fraga de la Xunta de Galicia, gracias a un pacto con el BNG.
- En 2006, nuevamente ganaba Artur
Mas en Cataluña, pero José Montilla reeditaba el tripartito de progreso.
- En 2007, el PSOE quedó en Canarias
a sólo 3 escaños de la mayoría absoluta, pero un pacto entre el 2º (PP) y el 3º
(CC) hacían presidente de las islas al nacionalista canario Paulino Rivero.
- Ese mismo año 2007, el condenado,
encarcelado e imputado en más procesos judiciales Jaume Matas (algún día habrá
que recordar aquellas palabras de Rajoy, “queremos hacer en España lo que Matas ha
hecho en Baleares”) se quedaba a un solo escaño de la mayoría absoluta
en Baleares y se creaba un pentapartito liderado por el socialista Francesc
Antich para gobernar el archipiélago balear.
- En 2009, el PNV ganaba claramente
en el País Vasco, pero el PP prestó sus votos al PSOE de Patxi López (actual presidente del Congreso) para
hacerle lehendakari vasco.
- En 2012, el PP ganaba por primera
vez las elecciones en Andalucía, sin embargo Javier Arenas se quedaba lejos de
la mayoría absoluta y José Antonio Griñán conseguía seguir siendo presidente de
la Junta gracias al apoyo de IU.
Hasta ese momento, no se había puesto
en duda la legitimidad de los acuerdos y pactos entre los distintos grupos
municipales o parlamentarios. Formaban parte de las reglas de juego democrático
que nos habíamos dado en la Constitución Española.
Sin embargo, en las elecciones al
Parlamento Europeo de 2014 se produce una hecatombe del Partido Popular que
ganaba las elecciones con un pírrico 26% de los votos. Esto encendió todas las
alarmas en el partido de centro-derecha español pues se acercaban las
elecciones de 2015 y en las que ponía en juego gran parte de su poder municipal
y autonómico.
Y el presidente del Gobierno se sacó
de la chistera promover una modificación en la ley electoral para que gobernara
la lista más votada lo que unió a toda la oposición en contra. El presidente
del Gobierno sólo tenía un fin: perpetuar el amplio poder que disponía su
partido, aunque vulnerara el principio constitucional de que el peso de la
representación reside en los parlamentos y pese a que ese cambio de las reglas
de juego se hicieran a un cuarto de hora de que fueran convocadas las
elecciones. Afortunadamente para nuestra democracia, el presidente dio marcha
atrás y decidió que lo llevaría en su próximo programa electoral.
En las elecciones municipales y
autonómicas del 24 de mayo, el PP (27%) ganó por la mínima, por un par de
puntos al PSOE (25%) y pese a ser la lista más votada entre las principales
ciudades españolas, el poder municipal se diluyó: Madrid, Valencia, Sevilla,
Palma, La Coruña, Santiago de Compostela, Vitoria, Huesca, Ciudad Real,
Valladolid, Córdoba, Oviedo, Badalona, Alicante, Las Palmas de Gran Canaria,
Huelva, Castellón, Cádiz… de este a oeste y de norte a sur el PP perdió las alcaldías
más importantes del país.
En las CCAA se repitió la historia
puesto que el PP perdió todas las mayorías absolutas de las que disponía. En
Cantabria volvió a gobernar Revilla, Navarra pasó a manos de Geroa-Bai, el PSOE
recuperó Extremadura, Castilla La Mancha, Aragón, Baleares y, 20 años después,
la Comunidad Valenciana. El PP sólo consiguió retener el poder autonómico allí
donde la suma PP-C’s daba mayoría: Castilla y León, La Rioja, Murcia y Madrid.
En Asturias fue reelegido Javier Fernández (PSOE) y en Canarias CC… como
siempre.
Lo que en 30 años de democracia
parlamentaria española no se había puesto en discusión, se hizo durante este
último año, discutiendo si era o no legítimo estos acuerdos post-electorales.
Contra las opiniones interesadas, ante los comentarios ignorantes y a pesar de las maldiciones bíblicas si se producen unos u otros pactos... la Constitución Española.
@ajcalzado
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