La noche del 20 de diciembre de 2015
una persona ya tenía en su cabeza que su misión y su objetivo serían forzar a
toda costa unas nuevas elecciones. Y a ello se dedicó en los meses siguientes,
no dudando en teatralizar y escenificar las humillaciones más variopintas:
desde la rueda de prensa de la vicepresidencia y los ministerios mientras Pedro
Sánchez hablaba con el rey, hasta la “cal viva” soltada en plena sesión de
investidura y ante la mirada estupefacta de su segundo de a borro Íñigo
Errejón. Esa persona era Pablo Manuel Iglesias Turrión, más conocido como
“coleta morada”.
La noche del 26 de junio de 2016,
otra persona distinta se conjuró: o me dejan ser presidente, o nuevas
elecciones. Desde entonces toda la engrasada maquinaria del PP, que a veces
parece de ingeniería suiza, se puso en marcha para poner toda la presión en C’s
y PSOE, aquellos que alcanzaron un acuerdo de gobierno en febrero y al que el
PP votó en contra en marzo. Entonces ese “no” no era decirle “no” al rey, como
dicen ahora en el campamento de la calle Génova.
En un primer momento, el presidente
del gobierno en funciones, pensó que sería cuestión de días o semanas que C’s y
PSOE cedieran, se arrodillaran ante él, bajaran su cabeza y le ungieran en la
investidura. Sin embargo, primero el PSOE en su Comité Federal con un “no”
rotundo a quien quieren cambiar y segundo C’s inventándose una “abstención técnica" que es técnicamente decirle “no a Rajoy”, pusieron las cosas más
difíciles en el laberinto rajoyesco.
A pesar de que a Rajoy nada le
molesta más que le sean impuestos los plazos, éstos se fueron produciendo y se
constituyeron las Cortes y se eligió a la presidenta del Congreso. Y con ello,
comenzó la ronda del rey con los partidos políticos. Rajoy esperaba una última
oportunidad para obtener el respaldo en la investidura pero uno a uno, los
partidos que salían de ver al rey, representaban un “no” rotundo a la
investidura de Rajoy (en forma de abstención en el caso de C’s).
Y llegó el momento temido por Rajoy.
Enfrentarse al rey, aquel al que le había dicho 2 veces “no” en enero y en
febrero porque “no tenía los apoyos para poder ser investido presidente, que es
para lo que se convoca una sesión de investidura”.
El PP durante aquellos meses atacó de
todas las maneras posibles a Pedro Sánchez, a Patxi López y al PSOE:
- Que Pedro Sánchez estaba haciendo
perder el tiempo a los españoles
- Que Patxi López tenía que convocar
la investidura de manera inminente
- Que a la investidura sólo se pueden
ir con los apoyos para ganarla
- Que no se podía otorgar un mes de
plazo para intentar negociar la investidura
Rajoy se enfrentaba por tanto también
a su oscuro pasado y a lo peor que le puede pasar a un político: incurrir en
una flagrante incoherencia.
Rajoy habló con el Rey. Le explicó
que lo había intentado pero que no tenía los apoyos suficientes para ser
elegido presidente:
- “No soy yo, señor, son ellos, que
no me quieren votar”
Y el Rey, tras reflexionar y una vez
oído a todos los partidos políticos, no le quedaba más que cumplir con la
constitución:
- “Sr. Rajoy, el artículo 99.1 me
lleva a tener que proponer un candidato y le corresponde a usted”.
Para ese momento, Mariano Rajoy no
vaciló y aceptó de buen grado:
- “Sea”.
El plan hamletiano de Rajoy ya estaba
diseñado en su cabeza antes de ver al Rey. Ahora se trataba de escenificarlo,
como si la tragedia de Shakespeare se tratara.
En su discurso decidió dar un largo
rodeo, explicar todo el contexto para terminar con un “El Rey me ha propuesto
la investidura y le he dicho que no tengo los apoyos necesarios pero he
aceptado el encargo”.
Sabedor de que las elecciones ya
tienen fecha (el 18 de diciembre de 2016, #18D), trataba ahora de dar un giro
rajoyesco y representar su papel, burlar a los espectadores, jugar al enredo: “Yo he
dicho que estoy dispuesto a gobernar con 137 diputados que es distinto que ir a
una investidura con 137 diputados”.
Sin el lío, las preguntas de los
periodistas hubieran versado en, ¿qué ha cambiado para que en enero dijera no y
ahora diga sí con una situación casi idéntica? ¿qué pacto es el que piensa promocionar?
Pero con su giro inesperado, todos
los periodistas, politólogos y en general los españoles, se sumergieron en el
artículo 99.2 de la Constitución Española para saber si en el laberinto, Rajoy aún podía escaparse por alguna rendija. Pero no, el artículo 99.2 es
claro y taxativo. Y Rajoy, registrador de la propiedad como le gusta decir
tanto a Marhuenda, lo sabe. El cebo estaba puesto.
Faltaba la cómplice necesaria de enredo, que
encontró en su fiel vasalla Ana Pastor Julián, la presidenta del Congreso.
Rajoy sabía que necesitaba alguien de su máxima confianza en la tercera
institución del Estado. Y acertó. Ana Pastor, que también representó confusa no
saber qué decían los periodistas, titubeaba que ella lo único que podía decir
es que el Rey le había trasladado el candidato a la investidura y que ella
convocaría dicha investidura como es su cometido.
En los próximos días, el PP con Rajoy
a la cabeza, representarán una negociación (o intento), con papeles, con
equipos negociadores, con falsas cesiones y una vez que C’s confirme que se
abstiene y que el PSOE votará no. Una vez que no está dispuesto a negociar con
CDC ni con PNV, ni si quiera con la brillante Ana Oramas (CC), Ana Pastor
propondrá la sesión de investidura para la semana del 15 de agosto (en plenas
ferias, fiestas y vacaciones). A partir de ahí, será Rajoy el que tic-tac,
ponga en marcha el reloj de la democracia que necesita que corra para que se
cumpla su plan.
A partir de ese momento, se tratará
de dejar que pasen los 2 meses preceptivos, haciéndose la víctima, diciendo todos los días a los españoles que no le dejan gobernar y que las urnas deben dar un mensaje aún más claro que el 26J. Y así nos adentraremos a mediados de octubre, se agotará el plazo y un decreto disolverá las cámaras y convocará nuevas elecciones.
El plan de Rajoy ya está en marcha. Tiene todo perfectamente controlado. El laberinto es suyo. Y sobre la tarima se representará la obra "Rajoy, el Príncipe de Pontevedra".
Pero... ¿y si en mitad de la obra aparece un cisne negro? No... eso no le puede pasar a Rajoy. Al bueno de Mariano, al final siempre le sale todo bien.
@ajcalzado
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