Desde que se cerraron las urnas
el día 20 de diciembre y se contaron las papeletas ha crecido exponencialmente
el número de personas que llaman a la #granCoalición en España, gran coalición
que debería ser formada por PP y PSOE. Es cierto que muchas de estas voces
tienen oscuras intenciones. Otros, sencillamente, evocan a las idílicas grandes
coaliciones que hay en Europa y que por lo que se ve tan buenos resultados han
traído. Buen momento pues, para hacer un pequeño viaje por el viejo continente
y analizar causas y efectos de esas grandes coaliciones. Empiezo por el mayor
país europeo: Alemania.
No se puede entender una gran
coalición en Alemania si se obvia lo acontecido en la década de los 30’s, en la
que la gran depresión y las adversidades económicas por las condiciones de paz
tras la I Guerra Mundial, despojaron del poder al socialdemócrata Otto Wels y
auparon a un tal Adolf Hitler.
Tras el régimen autoritario, la
II Guerra Mundial y la división del territorio alemán en 2, los alemanes
deciden otorgar el poder y la estabilidad política a dos grandes bloques moderados, el democristiano de
centro-derecha CDU (CSU en Baviera) y el socialdemócrata SPD.
En 2005, se produjo una situación
de empate técnico entre el hasta entonces canciller Schröeder (SPD) y Angela
Merkel (CDU). Había tres opciones de gobierno:
- El semáforo (SPD-FPD-Verdes)
- Coalición Jamaica (CDU/CSU-FPD-Verdes)
- Gran Coalición (CDU/CSU-SPD)
Finalmente, el CDU y el SPE
reeditaron una gran coalición de gobierno y significó el relevo en la
cancillería en favor de la democristiana Merkel.
En 2009, las elecciones premiaron
a Merkel que cambió de socio de gobierno, optando por el partido liberal FDP. El
SPD salió mal parado de la gran coalición y perdió un 40% de los votos y un 33%
de los escaños.
Tras perder el poder en buena
parte de los estados debido a la crisis que también llegó a Alemania, las
elecciones de 2013 se preveían bastante reñidas. El voto útil dio la victoria a
la CDU-CSU de Merkel en detrimento de su socio de gobierno, el liberal FDP que
desapareció del parlamento al no llegar al 5% de los votos. El principal
partido de la oposición el socialdemócrata SPD liderado por Sigmund Gabriel también
creció de manera importante: un 30% más de escaños. Sin embargo, Merkel se
quedó con 311, a sólo 5 escaños de la mayoría absoluta. Se abrían dos
escenarios, o una coalición inédita entre socialdemócratas y comunistas (que se
aupaban como tercera fuerza) o una nueva gran coalición.
En Alemania, el partido Comunista,
heredera del régimen que gobernó en la República Democrática Alemana del Este,
está situada en la extrema izquierda, de ideología marxista, anticapitalista y
entre otras pide la salida de la ONU y de la OTAN.
Ante la dura situación en la que
quedó el partido socialdemócrata tras la primera gran coalición, Sigmund
Gabriel decidió someter la difícil decisión de qué apoyar a las bases, que en
mayoría (un 70% de los militantes del SPD) optaron por un sí al gobierno de centro-izquierda con la CDU de
Merkel.
A diferencia de lo que ha pasado
en España, donde el PP y el PSOE han sufrido un duro revés del electorado, en
Alemania, los dos partidos crecieron sustancialmente en las elecciones de 2013.
Parecía por tanto, que esa gran coalición era el verdadero veredicto entregado
por los ciudadanos alemanes.
Este gobierno de coalición se ha visto fuertemente influenciado por el SPD que ha sido más inflexible a la hora de establecer los compromisos de coalición. Consecuencia de ello es la subida del salario mínimo interprofesional y un fortalecimiento de las políticas públicas.
No obstante, que las dos principales fuerzas
gobiernen juntas, anulan a uno de los dos como posible alternativa de gobierno
(en este caso al SPD) y da alas a otras formaciones para que emerjan desde la
oposición.
El efecto por tanto de la gran
coalición en Alemania está siendo el crecimiento de los dos extremos. Por la
izquierda, crece Die Linke y por la derecha el antieuropeísta y xenófobo partido
AfD, ambos por encima del 10% de los votos.
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